Este martes, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de 40 Horas, que modificará el Código del Trabajo y que, dentro de sus principales innovaciones, reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales.
¿Qué contempla la ley y cuándo se implementará?
En simple, lo que busca, “es disminuir la jornada laboral máxima en cinco horas”, menciona Maximiliano Hurtado, académico de la Escuela de Administración y Servicios de la Universidad de los Andes. “Además, contempla otras características como la posibilidad de implementar controles electrónicos para el registro de asistencia e, incluso, la disminución de cinco a cuatro días de trabajo a la semana. La reducción de la jornada no debe implicar una disminución en la remuneración de los trabajadores”, indica el académico.
Cabe mencionar, que la ley considera una implementación en cinco años, con una reducción a 44 horas el primer año, 42 al tercer y llegando a las 40 en el quinto.
Sin embargo, no todos los trabajadores serán incluidos en esta nueva legislación como los altos ejecutivos de empresas y los funcionarios públicos. Este último grupo quedarán fuera porque “el proyecto de ley aplica para quienes están regidos por el código del trabajo, por lo que los empleados públicos quedan excluidos al estar regidos por el Estatuto administrativo. Se buscaba considerarlos, pero esta discusión se vinculó a un financiamiento que vendría de la reforma tributaria que no fue aprobada”, detalla Hurtado.
¿Qué efecto provocaría en el mercado del trabajo?
Para Nicolás Román, académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales UANDES, esto produce varios efectos. Uno de ellos, es el “impacto en la demanda por trabajo ante un aumento en el costo de contratar (elasticidad de la demanda por trabajo), que usualmente se estima en algo menos de 0,5%, y, por tanto, por este efecto, se podría esperar una menor demanda de trabajadores”, menciona el académico.
En este sentido, parte de las menores horas contratadas, se compensaría con mayor contratación (personas que deben cumplir horarios); parte con mayor productividad y, otra parte, con menor ausentismo.
A nivel sectorial, Román explica que “los resultados esperables serían ciertamente muy distintos. En el largo plazo, pudieran compensarse el efecto de la reducción de la jornada, con disminuciones de los salarios reales -que llevan casi dos años cayendo-, lo que haría que el costo de contratar, por hora, aumentara menos”, finaliza el académico.