El periodista estadounidense especializado en defensa, Wes O’Donnell, publicó en su canal de YouTube y en su cuenta de Medium un video relativo a la compra de blindados Marder por parte de Alemania a Chile, transacción secreta dada a conocer por El Mostrador. Como informamos en su momento, distintas fuentes apuntan a que los 30 vehículos blindados a ser comprados por Alemania posteriormente serían entregados a Ucrania y que, a cambio de ellos, Chile recibiría defensas antiaéreas, todo lo cual queda en el campo de lo condicional, pues tanto el Ministerio de Defensa como el Ejército se negaron a dar información al respecto a este medio.
Sin embargo, toda la negociación ha estado rodeada de mucho secretismo, el que –según O’Donnell– obedece a varios motivos.
De acuerdo con el periodista y exmilitar, después que El Mostrador publicara la información, otro blog del mundo de la defensa (el de Dylan Malyasov) recogió las declaraciones formuladas por el canciller Alberto van Klaveren a Infogate, quien dijo que “no es posible imaginar la venta de armamento a Ucrania, por mucho que nosotros, desde el punto de vista político, tenemos una posición de condena total a lo que ha sido la invasión de Ucrania”, agregando que las leyes chilenas “impiden proveer de armas a países que están en conflicto activo”.
Sin embargo, el ministro desmintió algo que nadie había dicho, pues el negocio siempre ha sido con Alemania, no con Ucrania. En dicho sentido, el experto dijo que existe “una gran zona gris en medio, pues Alemania técnicamente no es Ucrania, y es exactamente allí donde le gusta vivir a la diplomacia de las armas moderna: en esa área gris”.
O’Donnell indica que el esquema utilizado por Alemania para proveer de armas a Ucrania, llamado Ringtausch, “es muy simple: un país le entrega sus antiguas armas de origen occidental o soviético a Ucrania vía Alemania. Alemania compensa a ese país con nuevos equipos alemanes, dinero o ambos”. De ese modo, apunta, existe “negación plausible” para el país que vende y “Ucrania recibe el equipamiento más rápido que si hubiera tenido que esperar la producción de equipos nuevos”.
Como recuerda, “Chile opera 173 Marder 1A3s comprados a Alemania a inicios de los años 2000, como parte de un plan de modernización. Esos vehículos son la columna vertebral de varias brigadas armadas. Al mismo tiempo, las defensas aéreas de tierra de Chile son vergonzosamente delgadas para un país con extensas fronteras e importante infraestructura”.
El negocio, apunta el periodista, parece ser conveniente para todas las partes, incluyendo a Chile, país que dice que podría recibir no solo sistemas antiaéreos de vanguardia, sino las modernizaciones correspondientes a lo largo del tiempo.
Sin embargo, el analista indica que el hecho de que el canciller nunca dijera que la información al respecto es falsa evidencia que “hay un par de razones por las cuales están tratando de oscurecer esta parte. La primera son las leyes y la política local. Chile tiene normas de exportación estrictas. Cualquier transferencia de armas de Chile en torno a una guerra es una granada política”.
El factor Putin
O’Donnell apunta a otros factores quizá más complejos aún, y uno de ellos tiene que ver con Vladimir Putin: “Chile no es miembro de la OTAN y compra combustible y fertilizantes en el mercado global. No necesita que Moscú lo ponga en sus listas negras, bloqueando el comercio con este y descubriendo en forma repentina que Chile apoya a su vecino menos favorito. Al decirles a todos que ‘somos neutrales’ y ‘no estamos enviando armas a Ucrania’, Santiago se mantiene lejos de la lista de maldosos de esta temporada”.
Una tercera razón, que ya había mencionado, es la negación plausible, es decir, alegar desconocimiento: “Si el acuerdo se concreta como se ha informado, Chile entrega los Marder a Alemania sin más” y “sobre el papel, Chile suministra blindados a un aliado, no a un país en guerra. Esa es la misma ficción legal usada en varios intercambios efectuados en Europa. Cada uno sigue sus propias leyes y Ucrania sigue recibiendo el equipamiento”.
Por ello precisa que “cuando el canciller dice ‘nuestra ley prohíbe enviar armas a países en conflicto activo’, eso es completamente cierto, pero no descarta la posibilidad de que ‘le vendimos nuestros excedentes de Marders al fabricante original, Alemania, que no nos dijo en absoluto qué ocurre después’. Muy conveniente”.
Los Marder
O’Donnell recuerda que los Marder fueron diseñados en los años 60 “para reemplazar a los transportes de tropas anteriores y para acompañar a los tanques Leopard 1. La versión 1A3, que opera Chile y recibe Ucrania, es un veterano de la Guerra Fría con grandes mejoras”.
Se trata de blindados de entre 33 y 35 toneladas, que llevan un motor diésel de 600 caballos de fuerza y van equipados con un cañón automático Rheinmetall Mark 20 RH202 de 20 mm en una torreta para dos personas. Asimismo, tienen una ametralladora de 7,62 mm (es decir, con balas equivalentes a las de un fusil). “Comparado con un BMP-1 soviético, es como pasar de cota de malla a una armadura de placas”, puntualiza el especialista, quien indica que para Ucrania –que ya ha recibido al menos 140 Marder de parte de Alemania, incluyendo los que compró a Grecia– son óptimos, dado el buen blindaje y ópticas que poseen, así como su capacidad de combate nocturno.
La conveniencia chilena
Según explica, pese a los riesgos asociados, el negocio tiene mucho sentido para Chile, por varios motivos. El primero de ellos es que “la defensa aérea terrestre de Chile es escasa y anticuada” y conseguir sistemas alemanes modernos “llevaría su defensa aérea al siglo XXI casi de la noche a la mañana”.
En segundo término –detalla–, perder 30 Marder “duele, pero no desmantela las brigadas blindadas” y en tercer lugar –precisa–, participar de un intercambio de este tipo “alinea a Chile más estrechamente con Europa y la coalición pro-ucraniana”, agregando que “es una forma de decir ‘apoyamos a Ucrania’ mientras se sigue proclamando neutralidad”, en lo que califica como “una cuerda floja legal, pero también es la realidad del apoyo internacional a Ucrania ahora”.
O’Donnell finaliza reflexionando con que “el hecho de que Chile esté incluso en esta conversación ya te dice algo: incluso países al otro lado del mundo con sus propias leyes y sus propios temores sobre Rusia están mirando sus garajes de la Guerra Fría y pensando: ‘Tal vez estas viejas cajas alemanas deberían estar en Ucrania ahora’”.
Fuente: El Mostrador